Ante una situación de peligro o de riesgo, cualquier animal la resolverá de forma instintiva de dos posibles formas: huirá o atacará.
Sin embargo, las personas al tener una capacidad de análisis y gestión de la información superior pueden abordar las situaciones de conflicto desde otras vías llamadas estrategias de afrontamiento.
Las estrategias de afrontamiento son formas de intervención que sirven para gestionar las emociones, para disminuir el malestar o para librarnos del peligro. Sin embargo, no siempre somos conscientes de las consecuencias y del sufrimiento que nos genera un conflicto y por tanto podemos responder de forma inadecuada.
En algunas ocasiones nos exponemos a situaciones de miedo, estrés, angustia o inseguridad de tal intensidad que nuestra conciencia no puede hacerse cargo y por tanto se generan otro tipo de respuestas que suponen un “refugio” o “vía de escape” para nuestra mente.
Mecanismo de defensa, que son y cómo los generamos
Los mecanismos son respuestas que generamos de forma inconsciente cuya función es la de minimizar las consecuencias dolorosas para uno mismo con el objetivo de que sean más aceptables y nos permitan conservar nuestra autoimagen y poder así afrontar de alguna manera la realidad. Este refugio es lo que actualmente se conoce como mecanismo de defensa. [
Tipos de mecanismo de defensa
Existen diferentes funcionamientos y éstos varían según las características individuales y recursos concretos de las personas, así como del momento vital en el que nos encontremos.
Este modo de refugio se presenta desde la niñez y van evolucionando a medida que vamos creciendo y desarrollando las funciones ejecutivas de nuestra mente.
En concreto, en el artículo de hoy queremos comentar la negación como mecanismo de defensa.
La negación consiste en no enfrentar conflictos o realidades complicadas no asumiendo directamente que existen, que son importantes o que tienen algo que ver con nosotros mismos. Sin embargo, lo peligroso de esta conducta es que lo hacemos sin darnos cuenta.
Diferentes formas de negación, ejemplos y conductas
Existen muchas formas de negación. Los ejemplos más ilustrativos son por ejemplo cuando se niegan conductas peligrosas como el consumo de sustancias.
Un gran parte de las personas que sufren alcoholismo negarán padecer esta enfermedad e incluso afirmarán que “controlan”. Las personas de alrededor podrán pensar que está mintiendo, pero en realidad no, ya que es su verdad y se reafirman en ella desde la intención no consciente de proteger su autoestima y no conectar con el dolor.
Otro ejemplo donde se puede identificar este mecanismo de defensa se da en el caso del duelo. La negación de hecho, supone la primera fase de este proceso emocional que atraviesan las personas ante una pérdida. En este caso la negación sirve para no asimilar qué ha ocurrido, evitar aceptar el suceso y de nuevo, no conectar con el dolor.
En estos ejemplos que acabamos de ilustrar se ve claramente, pero hay otras situaciones donde este mecanismo es más controvertido. En las relaciones interpersonales, por ejemplo, hay veces que negamos ciertas cosas, bien por las emociones o por creencias fuertemente enquistadas dentro de nosotros mismos como pueden ser el miedo al abandono o baja autoestima. No son extrañas respuestas como “no me importa” o “me da igual” cuando hemos discutido con una persona que queremos y corre peligro nuestra relación, de forma que restamos importancia a la pérdida.
En las relaciones de pareja, en concreto, se generan numerosas formas de negación. Cuando nos encontramos en la etapa de “enamoramiento” hay una tendencia a idealizar a la otra persona y por tanto no se ven aquellas conductas que pueden ser hirientes para uno mismo. Así es como se fragua un tipo de vínculo peligroso que hace que reduzca el impacto de las conductas dañinas y se genere lo que en psicología llamamos un vínculo dependiente. Negar que nuestra pareja es hostil con nuestro entorno nos permite continuar la relación y por consiguiente no se hace necesario afrontar ciertos miedos como puede ser el de la soledad.
Psicología emocional
Aparentemente parece que este mecanismo de defensa es ajeno a nuestro control, pero la realidad es bien distinta. Nuestro cuerpo es muy sabio y de una u otra forma reacciona a los estímulos que nos rodean.
Estas reacciones son a través de las emociones como la pena, la rabia, la tristeza, la ansiedad o la angustia, las cuales nos dicen que hay algo que no nos está haciendo bien.
Es importante por tanto escuchar a nuestro cuerpo y si nos cuesta averiguar qué nos está pasando o cómo gestionarlo, la ayuda profesional sirve precisamente para adquirir herramientas y recursos para superar nuestros propios mecanismos de defensa y afrontar la realidad sintiéndonos más preparados y competentes.
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IGUALDAD DE GÉNERO
En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituidas por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente en género femenino o masculino, según el género de la persona que los desempeñe.
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