Actualmente, vivimos en una sociedad donde todo sucede muy rápidamente y estamos rodeados de inmediatez. Enviar mensajes breves, exigir respuestas al instante, correr para alcanzar el autobús o el metro, comer mientras hacemos otra tarea, la frustración de tener que esperar en una fila, o las compras online al alcance de un clic; son algunos de los múltiples ejemplos de las dificultades que demuestran que esperar se ha convertido en todo un desafío.
La paciencia se define como la capacidad de mantener la calma ante las situaciones de espera y, a pesar de las dificultades y la frustración, no se cede al impulso de reaccionar de inmediato. Por el contrario, la impaciencia se asocia a la impulsividad, irritabilidad o frustración ante la demora de un refuerzo, lo que acarrea consecuencias:
- Mayores niveles de estrés y ansiedad: el cuerpo está constantemente en un estado de alerta (hipervigilancia) y genera niveles más elevados de cortisol, provocando un agotamiento físico y mental y una falta de motivación y disfrute de las actividades.
- Dificultades de atención y concentración: la rapidez de los pensamientos y de las conductas evitan detenerse en los detalles y en los aspectos más concretos que se pasan por alto, aumentando la probabilidad de cometer un mayor número de errores en las tareas.
- Problemas de gestión y regulación emocional: la ira, la irritabilidad y la baja tolerancia a la frustración son respuestas emocionales características, lo que se traduce en una sensación de menor control de los impulsos y reacciones, afectando también a la capacidad de resolución de conflictos.
- Afectación de las relaciones interpersonales: aparece una menor comunicación en las relaciones sociales, lo que genera lazos de amistad más superficiales.
- Problemas de salud física: entre los más comunes se encuentran la debilitación del sistema inmune, problemas cardiovasculares o digestivos, tensión muscular, alteraciones en el sueño, desequilibrios hormonales o fatiga crónica.
¿Por qué nos cuesta esperar?
Existen algunos conceptos psicológicos que explican el mantenimiento de estas conductas impulsivas o inmediatas, a pesar de sus efectos nocivos.
- El refuerzo inmediato: los refuerzos incrementan la probabilidad de que una conducta se repita en el futuro. Al obtener con rapidez nuestros objetivos a corto plazo, esto se convierte en una gran fuente de gratificación, evitando tareas más complejas y que requieran una mayor demora de la recompensa.
- La productividad y el miedo a “no hacer nada”: la cultura que rodea a la sociedad valora la eficiencia y el ser productivo por encima de la espera y la inactividad. Esto provoca un miedo irracional a “perder el tiempo y no hacer nada”, lo que genera la creencia errónea de que hacer más en menos tiempo tiene más valor.
- La presión social: las redes sociales y la información constante derivan en comparaciones con los demás y promueven estilos de vida y metas “ideales”. Aparentemente el valor de una persona se mide según sus logros y metas alcanzadas, sin tener en cuenta el proceso, por tanto, se pretenden lograr lo antes posible.
Estrategias para trabajar la paciencia y mejorar el bienestar general
Mindfulness y técnicas de relajación: contribuyen a la reducción de los niveles de estrés y de ansiedad, además de centrar la atención en la respiración, enfocarse en el presente y reducir la actividad del sistema nervioso.
- Plantear expectativas realistas y secuenciar las tareas: consiste en desmontar las creencias irracionales sobre la productividad y adecuarse a las circunstancias individuales, ajustando los objetivos a la capacidad real de alcanzarlos. Las tareas complejas requieren de una mayor demora, por lo que dividirlo en pequeños pasos puede aumentar la motivación.
- Gestión emocional: aprender herramientas y técnicas de identificación y regulación emocional sirve para trabajar la ira y la tolerancia a la frustración, logrando un afrontamiento activo de las situaciones.
- Hábitos saludables: el autocuidado resulta esencial para el bienestar y se puede promover manteniendo una rutina, practicando actividades gratificantes y dedicándose tiempo a uno mismo.
- Fomentar las relaciones sociales: trabajar la empatía y la comprensión, profundizar en las amistades y tener una comunicación más eficaz ayudan a estrechar lazos y generar relaciones de calidad y confianza con los demás.
Conclusión y beneficios
La paciencia es una conducta que se puede aprender a través de diferentes estrategias y que contribuye a nuestro bienestar general.
Entre sus beneficios se describen la reducción del estrés, la toma de decisiones más racionales, la empatía y comprensión hacia los demás, el aumento de la tolerancia a la frustración y una mejor gestión emocional. Además, aumenta la concentración, la motivación y la perseveración en las tareas consiguiendo metas a largo plazo.
Sabiendo que puede resultar complicado trabajar este aspecto en la sociedad acelerada en la cual vivimos y que, la falta de paciencia puede acarrear consecuencias sociales, físicas y psicológicas, en Ohana Psicología contamos con un equipo de psicólogas formadas para ayudarte a trabajar las posibles dificultades que se presenten y las consecuencias a nivel de salud mental que puedan estar provocando.
IGUALDAD DE GÉNERO
En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.
En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en todo tipo de terapias y ofrecemos servicios de supervisión psicológica de psicólogos profesionales.