¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE LA NIÑA BUENA?

El síndrome de la niña buena no es ningún diagnóstico científico u oficial, sino una etiqueta o denominación social que da nombre a un conjunto de comportamientos, sentimientos y pensamientos que se caracterizan por el deseo de complacer a los demás y satisfacer sus necesidades. En muchas ocasiones, esto supone priorizar las necesidades de los demás, incluso por encima de los propias.  Este comportamiento se lleva a cabo para evitar el rechazo por parte del entorno social, que es uno de los mayores miedos de estas personas.

En este síndrome se da la tendencia a reprimir emociones y a evitar conflictos, porque existe una gran preocupación sobre la imagen que tienen los demás de uno mismo. Esto provoca una dificultad para poner límites y expresar las necesidades propias, ya que la persona las considera “una actitud egoísta”.

También hay una fuerte autoexigencia por alcanzar la perfección, encajar en lo que se considera ser buena persona, y en cumplir las expectativas de los demás. La base de la autoexigencia se centra en el hecho de dar siempre lo mejor de uno mismo, porque en el momento en que se relaja, la persona con el síndrome siente que deja de ser valorada por los demás.

HISTORIA DEL TÉRMINO

Este término se acuñó en el año 2004, estando enmarcado en el ámbito laboral de las mujeres y, concretamente, en lo que tiene que ver con la dificultad de ellas a la hora de recibir reconocimientos por su trabajo. Esto guarda relación con las expectativas sociales, pues las mujeres han tendido a evitar conflictos, a ser sumisas y a complacer a los demás, lo que puede llevar a quedar siempre relegadas en un segundo plano en su entorno laboral.

Fue en 2008, cuando tras realizar un estudio con mujeres víctimas de maltrato, una psicoterapeuta observó la presencia de un patrón común de complacencia y de anulación de los sentimientos y necesidades propias en la mayoría de las mujeres que trataba.

CAUSAS DEL SÍNDROME

Las causas de este síndrome están relacionadas, en su mayor parte, con las creencias que se tienen de la sociedad, las expectativas de género, los estereotipos y el estilo de crianza que se ha recibido durante la infancia.

Es importante poner de relieve que no hay una causa única y directa que conduzca al síndrome de la niña buena, sino un conjunto de circunstancias que van moldeando el comportamiento de la mujer desde edades muy tempranas (desde niña o joven). Se detallan a continuación los factores o causas más comunes:

  • Las expectativas de la familia: Los niños aprenden cómo funciona el mundo por la relación que tienen tanto con sus padres, como en el colegio. El hecho de que los padres se definan a través de los logros de sus hijos, es decir, mediante el deseo de darles lo mejor o lo que ellos no pudieron tener en su infancia o incluso padres que ven mucho potencial en sus hijos, puede provocar en los niños cierto temor a decepcionar a sus padres. Este miedo o temor puede hacer que se prioricen los deseos de los otros y dejen de lado lo propios, lo que ellos quieren. Un ejemplo ilustrativo podría encontrarse cuando los padres quieren y se esfuerzan en que su hijo estudie una determinada carrera, y el hijo “se deja llevar” sin pararse a pensar sobre qué es lo que él quiere hacer o estudiar en realidad.
  • Los roles de género: Tradicionalmente a las niñas se les ha enseñado a tener el papel de cuidadoras, y a anteponer las necesidades de su familia a las suyas propias. De las niñas se ha venido esperando que sean sumisas y obedientes. También que ellas asuman posiciones mediadoras cuando se presenta un conflicto. En muchas ocasiones, estos patrones o formas de comportamiento se han venido aprendiendo mediante modelos, esto es, por imitación de las conductas de la madre. No obstante, si bien este síndrome se detecta principalmente en mujeres, también los varones  pueden presentarlo, ya que hay más causas que pueden jugar un papel importante en su desarrollo.
  • La enseñanza de lo que significa ser buena persona: A menudo, este patrón surge en quienes desde la infancia han sido educados con la idea de que ser una buena persona implica ser sumiso, dócil, amable y obediente, ya sean niños o niñas, hombres o mujeres. Es decir, desde sus primeros “se les ha ido forjando” la creencia de que la única forma de ser una buena persona es comportarse de manera que no se cause molestias o problemas a los demás.

El ser una buena persona es visto de manera muy positiva en nuestra sociedad porque serlo significa ser alguien que se dedica a ayudar a los demás, casi en ocasiones como una salvadora que siempre está disponible para todos. Sin embargo, cuando excede sin límite se transforma en síndrome afectando entonces a la percepción de la valía personal, pues cuánto más se complace a los demás, mayor parece ser el valor que se tiene como persona. Quienes lo experimentan suelen recibir comentarios alagando su servicial comportamiento y, si es el caso, su síndrome, lo que refuerza su creencia de que esto es lo que se espera de ellas; la complacencia.

CONSECUENCIAS

El síndrome de la niña buena puede tener un impacto significativo en la vida de las personas, sobre todo en su salud mental y en la construcción de su identidad. Se muestran las consecuencias observadas más frecuentemente:

  • Pérdida de identidad y de criterio propio: Se da mayor credibilidad a las opiniones de otros que a las propias. Esto crea serias dificultades a la hora de tomar decisiones, ya que se necesita una guía o ayuda externa para decidir.
  • Procrastinación: Es posible que buscando el perfeccionismo y a la máxima autoexigencia, estas personas retrasen el cumplimiento otras obligaciones. Cuando deben hacer algo o tomar alguna decisión, analizan todas las opciones y la mejor manera de llevarlo a cabo, lo que supone entrar en un bucle que les paraliza y les provoca problemas para terminar tareas.
  • Sensación de pérdida de control: Por la naturaleza del síndrome de la niña buena, muchas personas tienen la sensación de haber perdido el control de su vida, que se mueven por inercia o incluso que se han quedado estancados y no pueden hacer nada para superarlo.
  • Un mayor riesgo de tener relaciones poco sanas: Dada la dificultad que existe de poner límites a otras personas, la tendencia a satisfacer las necesidades de los demás y a la evitación de conflictos, se suele llevar a que se asuman o acepten posiciones de sumisión ante otras personas.
  • Baja autoestima: La complacencia que caracteriza este síndrome es muy dañina para la autoestima, ya que la imagen que se tiene uno mismo depende de la validación externa.
  • Sentimientos de soledad: El hecho de anteponer siempre las necesidades de los demás por el miedo al abandono conlleva desatenderse a uno mismo, a no conectar con las propias necesidades. Lo que sucede es que, si uno mismo no puede identificar lo que necesita, no lo puede comunicar y el entorno no sabe cómo atenderle. Como consecuencia se produce una insatisfacción en las relaciones que mantiene a largo plazo.
  • Cansancio mental: El reprimir las emociones y necesidades supone un gran desgaste mental, pues el esfuerzo que se realiza para lograrlo es constante e intenso.
  • Falsa timidez: La falsa timidez es el comportamiento con el que una persona aparenta ser muy tímida en entornos desconocidos, mientras que en otros contextos más familiares actúa de manera completamente diferente. Esta actitud no refleja una timidez genuina, sino una respuesta a la incertidumbre o el temor de no cumplir con las expectativas sociales en un ambiente nuevo. En estos espacios desconocidos, la persona no tiene claras las expectativas sobre su comportamiento, lo que a su vez genera ansiedad. Teme cometer un error, ser juzgada o no ajustarse a lo que los demás esperan de ella, por lo que prefiere retraerse y mostrarse tímida.

Como conclusión, puede explicitarse que el síndrome de la niña buena es una muestra de cómo las expectativas de una persona pueden influir profundamente y determinar su comportamiento, emociones, necesidades, pensamientos y, también, su manera de relacionarse con el mundo. Este síndrome, a las personas que lo padecen, les  condiciona su vida, y el primer paso para superarlo es darse cuenta de lo que es; en otras palabras, saber si estamos actuando conforme a nuestras necesidades o de acuerdo con lo que razonablemente creemos que se espera de nosotros.

En Ohana Psicología contamos con un Equipo de psicólogas que pueden ayudarte a lidiar con el síndrome de la niña buena. Un síndrome que, como se ha expuesto, puede afectar tu día a día, condicionando tus relaciones sociales, tu bienestar emocional y generando dificultades importantes. Si te identificas con esta situación, nuestras profesionales te acompañarán en un proceso para conectar con tus necesidades y emociones, reforzar tu criterio personal y trabajar en tu autoestima y autoexigencia. Juntos, trabajaremos en la reconstrucción de tu identidad para que te conviertas en la persona que tú deseas ser.

IGUALDAD DE GÉNERO

En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.

En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en todo tipo de terapias y ofrecemos servicios de supervisión psicológica de psicólogos profesionales.

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