La Violencia de Género engloba todas las conductas que atentan contra la dignidad e integridad física y moral de las mujeres por el hecho de serlo. Este tipo de violencia surge de la propia estructura social, como consecuencia de una desigualdad entre el género masculino y femenino, donde tradicionalmente las mujeres han tenido un papel secundario en la sociedad.
La raíz de la Violencia de Género
Las personas desde que nacemos vamos siendo educadas en base a las normas y valores que están presentes en la cultura a la que pertenecemos. Respecto al género, vamos aprendiendo que existen una serie de características, expectativas, actitudes y conductas asociadas al género masculino y otras diferentes al género femenino. Esto se conoce como socialización de género. Este proceso implica que muchas veces de forma inconsciente vayamos aceptando ideas que nos van transmitiendo (estereotipos de género).
Si pensamos en la violencia de género como un “iceberg”, podemos observar una parte visible y otra invisible. La parte observable recoge formas más explícitas de violencia como la violencia física, insultos, agresiones sexuales o incluso asesinatos. Estas formas de maltrato estarían situadas en la punta del “iceberg”, por lo que resultan más fáciles de ver. Sin embargo, existen otras formas más sutiles de maltrato que pueden pasar desapercibidas, estarían en la parte invisible. Especialmente, estos tipos suelen ser más comunes, por lo que es importante detectarlos ya que la violencia de género no comienza de forma repentina, parte de formas más sutiles. Podríamos entonces mencionar en la parte “invisible” algunas formas como el humor y la publicidad sexista, el desprecio, la humillación, el chantaje emocional, el control (economía, redes sociales, ropa…), el aislamiento, ignorar y culpabilizar, entre otras.
Ciclo de Violencia de Género
Es probable que en ocasiones os hayáis preguntado por qué las víctimas de violencia de género no abandonan la relación. Para contestar a esta pregunta, es importante entender lo que ocurre en una relación de maltrato.
Leonor Walker en 1979 definió el ciclo de la violencia de género como un patrón reiterado de periodos de tensión y agresividad junto con momentos de bienestar. Estos continuos espirales van generando cada vez más debilidad en la víctima.
- Fase de acumulación de tensión. En esta fase el agresor ha ido acumulando la tensión. Aquí es probable que haya broncas, insultos, desprecios y humillaciones con el objetivo de que la víctima se comporte como él desea. Además, la víctima tratará de calmar al agresor (llegando en muchas ocasiones a ceder a sus deseos) y es probable que niegue lo ocurrido intentando justificar la conducta del agresor.
- Fase de explosión de violencia. El agresor descarga de forma incontrolable la tensión, se producen las agresiones físicas, psicológicas y/o sexuales más importantes. El agresor en esta fase trata de dar una “lección” a la víctima (“mira cómo haces que me ponga”, “sacas lo peor de mi”, “me pongo así por tu culpa”, etc.). Esta etapa se considera la más crítica del ciclo y es donde la víctima puede valorar pedir ayuda.
- Fase de luna de miel. Esta fase se caracteriza por una etapa de relativa calma en la cual el agresor se comporta de forma muy cariñosa y muestra su “arrepentimiento”, prometiendo a la víctima que va a cambiar. Es fácil que, en esta fase, la víctima abandone la idea de denunciar ya que tiene la esperanza de que su pareja cambie. Es decir, pasaría de un estado de desesperanza y tristeza a una sensación de confianza, esperanza e ilusión. A su vez, es probable que la víctima se vuelva a centrar de forma intensa en su relación y se aleje del entorno en el que había podido apoyarse en las fases anteriores.
En las relaciones de violencia se tiende a repetir este ciclo continuamente, sin embargo, no todas las fases duran el mismo tiempo. La tendencia es que la fase de luna de miel sea cada vez más corta. Tras estos ciclos, la víctima se va aislando cada vez más de su entorno social y familiar, va siendo más dependiente del agresor (es la única persona que tiene, en muchas ocasiones), va teniendo menos fuerzas para luchar (sensación de indefensión), aparecerá con mucha frecuencia la emoción de culpa (“es mi culpa que se porte así conmigo”) y sentirá miedo a las reacciones del agresor. Ante esta situación, es normal que la víctima perciba complicado el abandonar la relación y pedir ayuda.
¿Cómo ayudar a mujeres víctimas de violencia de género?
- Ofrece a la persona su espacio. Evita presionarla sobre denunciar ya que es probable que no se sienta preparada. Explícala que no está sola y que estás aquí con ella.
- Ofrece la posibilidad de acompañarla a pedir ayuda psicológica o a otros recursos que estén especializados en violencia de género.
- No apruebes las conductas del agresor.
- Acompaña a la víctima. Escúchala, no la culpes, juzgues ni cuestiones, trata de comprender el problema y cómo se está sintiendo.
¿Cómo puedo pedir ayuda psicológica?
Si eres familiar, amigo/a, compañero/a de una persona víctima de violencia de género (o sospechas de que la persona puede estar siendo víctima) o sientes que puedes estar en una relación de violencia, no dudes en contactar con nosotras y te ayudaremos en función de tus necesidades. En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas con perspectiva de género y expertas en todo tipo de relaciones de pareja.
IGUALDAD DE GÉNERO
En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.
En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en todo tipo de terapias y ofrecemos servicios de supervisión psicológica de psicólogos profesionales.