¿Qué es la ira? ¿Por qué existe?
La ira es una emoción caracterizada por el antagonismo hacia alguien o algo que crees que te ha hecho mal deliberadamente. Puede ser algo bueno, ya que puede servir como una forma de expresar sentimientos desagradables o bien para motivarte a encontrar soluciones a los problemas. Sin embargo, si no tenemos cuidado, una intensidad excesiva de ira puede ser causa de problemas o daños hacia los demás y/o hacia nosotros mismos.
¿Cómo se genera nuestra ira?
Los factores estresantes de la vida real afectan a nuestro cuerpo creando un cambio fisiológico en nuestro organismo debido a las hormonas que tenemos dentro, las cuales, a su vez producen cambios emocionales en nosotros. Estos cambios emocionales, como la ira, si no se gestionan de forma saludable, pueden afectarnos de manera interpersonal y crear problemas en nuestra vida social y familiar.
Comprendiendo nuestra ira
El primer paso para gestionar y expresar nuestra ira de forma sana es aprender a comprenderla. Para comprender nuestra ira, es importante ver las formas en que puede expresarse. Podemos observar nuestra irá tanto a nivel físico como al nivel emocional.
A nivel físico
Son señales que son expresadas deliberadamente por nosotros mismos o inconscientemente por nuestro cuerpo. A veces puede ser difícil para uno mismo verlas, pero con un poco de esfuerzo en buscarlas se pueden apreciar. Ejemplos de estos comportamientos pueden ser apretar los puños o la mandíbula. También se puede ver a través de palpitaciones rápidas, un exceso de calor que se puede experimentar en el cuello o en la cara, también se puede experimentar como sudor en nuestras manos o a través de la tensión de nuestros músculos.
A nivel emocional
Son todos los signos que se expresan a través de los sentimientos que se generan cuando estamos enfadados. Pueden ser sentimientos de querer escapar de situaciones en las que uno se encuentra, sentimientos de irritación, sentimientos de querer arremeter física o verbalmente y sentimientos de resentimiento.
Gestionando y expresando la ira
Ya hemos visto y aprendido qué es la ira y cómo puede identificarse. El siguiente paso es aprender a gestionarla y expresarla.
Comunicación asertiva
Cuando expresamos nuestra ira, podemos hacerlo de forma asertiva o agresiva. Expresándonos agresivamente, corremos el riesgo de hacer que los demás se sientan incómodos, heridos y hostiles hacia nosotros. Los resultados suelen ser opuestos a lo que esperamos conseguir y, a su vez, nos alejan del objetivo que queremos alcanzar. Por lo tanto, deberíamos optar por una forma asertiva de expresar el enfado que sentimos. La ventaja de expresarnos de forma asertiva es que podemos comunicar los sentimientos que tenemos sin herir a la otra persona.
Una forma sencilla de expresarnos de manera más asertiva es a través del tono de voz cuando nos estamos comunicando. El tono de voz debe ser tal que se nos escuche sin ser muy alto o bajo, pero al mismo tiempo que resultemos respetuosos con la otra persona.
En combinación con nuestro tono de voz, también es muy importante tener en cuenta cómo nos expresamos con el lenguaje corporal. El lenguaje corporal asertivo habitual consiste en mantenerse firme, de pie y recto, mirando a la persona con la que hablamos y utilizar gestos tranquilos, pero emocionalmente expresivos.
Otra técnica muy útil para mostrarse más asertivo son los mensajes «yo». Los mensajes «yo» consisten en comunicar lo que uno siente sin atacar a la otra persona, por ejemplo: «Yo me enfado cuando haces esto» o “Me siento muy enfadado y necesito un minuto”.
Técnicas de relajación
Como ya hemos visto algunos modos sobre cómo expresarnos, debemos examinar las técnicas y estrategias que podemos utilizar para controlar nuestra ira. Existen diversas técnicas de relajación que pueden ser muy útiles para calmarnos en momentos de ira. Estas técnicas suelen requerir cierta educación antes de poder utilizarlas. Existen libros, cursos y psicólogos profesionales dispuestos a ayudarte a aprender estas técnicas que, con un poco de esfuerzo, pueden convertirse en uno de tus aliados más poderosos.
Algunos ejemplos que de técnicas que se pueden aprender son la respiración profunda, repetición de palabras como «cálmate» o «relájate» y técnicas que utilizan la imaginación para llevarte a un lugar tranquilo.
Estrategias mentales
Otra forma de gestionar nuestra ira es trabajar sobre nuestra forma de pensar.
A menudo, el motivo por el que nos sentimos enfadados se debe a la forma en que hemos enfocado mentalmente la situación. Tenemos que recordarnos a nosotros mismos que el enfado que sentimos no va a ayudarnos a encontrar una solución. La mayoría de las veces, cuando estamos enfadados, tendemos a ser muy dramáticos y exagerados en la forma de hablar con los demás y con nosotros mismos. Estas formas de hablar tienen un impacto en nosotros que alimenta aún más la ira que ya estamos sintiendo. Teniendo esto en cuenta, deberíamos intentar utilizar una forma de pensar y de hablar más razonable y lógica. En lugar de pensar: “Nunca me sale nada como quiero y esto es un desastre”, cambiar la forma de pensar por: “Es comprensible que esté tan enfadado y que esta vez no haya funcionado, pero no hace falta enfadarse tanto porque no ayudará a resolver la situación” puede tener un efecto enorme en la forma en que vivimos las situaciones y en nuestro enfado. Al cambiar nuestra forma de pensar y de hablar, elegimos no sucumbir a la ira que sentimos y, en su lugar, ver las cosas de un modo más realista.
Si quieres aprender más sobre cómo controlar tu ira, el libro “Prisioneros del odio. Las bases de la ira, la hostilidad y la violencia” de Aaron T. Beck dedica capítulos que repasan de dónde viene la ira, cómo se establece y las diferentes ayudas que se recomiendan para gestionarla. Sin embargo, siempre es muy recomendable acudir a un psicólogo o psicóloga profesional, ya que atenderá tus necesidades, experiencias personales y te ayudará con gran eficacia.
IGUALDAD DE GÉNERO
En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.
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