Se acabó el verano y, ¿ahora qué?

Cada año, cuando termina el verano, escuchamos hablar del estrés postvacacional. Ese malestar que aparece al volver a la rutina y que puede manifestarse en cansancio, falta de motivación, irritabilidad o incluso insomnio. Se calcula que entre un 25 y un 30% de los trabajadores lo llegan a padecer. Sin embargo, la buena noticia es que no es inevitable: gran parte de este malestar puede prevenirse y, en este artículo, te daremos algunas pautas que pueden ayudarte.

¿Qué es realmente el “estrés postvacacional”?

El estrés postvacacional podríamos categorizarlo como síndrome de adaptación o incluso “melancolía vacacional”, ya que hablar de “depresión” banaliza un trastorno mucho más serio. Se trata de un conjunto de síntomas temporales —dolor muscular, cansancio, alteraciones del sueño y del apetito, irritabilidad— que suelen durar desde unos pocos días hasta un máximo de tres semanas. El problema surge cuando este estado se alarga y deriva en ansiedad o depresión.

En la mayoría de los casos, este malestar no es más que la dificultad de pasar de un ritmo de vida más relajado a otro acelerado y lleno de responsabilidades. De hecho, este problema puede agravarse si le damos demasiadas vueltas o si cada año se difunde mucho al final de las vacaciones. Las palabras crean realidades, por eso debemos ser cuidadosos y no patologizar procesos adaptativos.

La cultura del “descanso merecido”

Culturalmente, hemos aprendido a pensar que el descanso y el disfrute son un premio merecido por el esfuerzo, en lugar de un derecho diario. Bajo esta lógica, esperamos todo el año para “desconectar” en vacaciones, pero esa expectativa genera una enorme presión: queremos aprovechar al máximo de este tiempo limitado y, paradójicamente, acabamos agotados.

Si a esto le añadimos que durante el resto del año apenas nos damos respiros o momentos de placer, el contraste entre vacaciones y rutina se vuelve todavía más brusco.

Aprende a descansar

La clave para evitar el temido estrés postvacacional está en no reservar el descanso y el disfrute únicamente para las vacaciones. Incluir momentos de placer y autocuidado en nuestro día a día es fundamental para mantener el equilibrio emocional.

No se trata de grandes planes, sino de pequeños gestos que marcan la diferencia:

  • Leer un libro unos minutos antes de dormir.
  • Dar un paseo sin prisa.
  • Escribir, dibujar o escuchar una música que te gusta.
  • Compartir tiempo de calidad con amigos o familia.
  • Tomarnos un café disfrutando de la calma, en lugar de hacerlo con prisa.
  • Ir a ver una exposición, conocer un nuevo restaurante etc.

Estos momentos nos envían un mensaje importante: mi bienestar importa tanto como mis obligaciones.

Cuidarte también forma parte de la rutina

Por ello, te animamos a ti, querido/a lector/a, a tomar conciencia de tu tiempo y tu cuidado, para que la transición no se sienta tan pesada. Aquí van algunas recomendaciones útiles a la hora de incorporarte a la rutina después de las vacaciones que, además, puedes mantener a lo largo del año como hábitos de cuidado:

  • Ejercicio y sueño, como pilares básicos de salud.
  • Conexión social, con personas o actividades que nos llenen.
  • Tiempo de juego y creatividad, aunque sea en pequeñas dosis.
  • Respiración y pausas, para bajar revoluciones.

Con un poco de intención, estos hábitos pueden integrarse en la rutina, haciendo que el regreso al trabajo o a los estudios no se sienta como un muro infranqueable.

Disfrutar no es un lujo, es una necesidad

En resumen: el problema no está en volver a trabajar, sino en creer que solo podemos descansar o disfrutar en vacaciones. Si empezamos a integrar el autocuidado y el ocio en la vida diaria, llegaremos al verano menos agotados y la vuelta al trabajo o la escuela será mucho más llevadera.

No esperes a las vacaciones para vivir, el bienestar también se construye día a día.

Y recuerda: si, a pesar de poner en práctica estas ideas, sientes que el malestar te supera, que te encuentras desbordado, sin fuerzas o con la sensación de que no puedes solo, no tienes por qué enfrentarlo en silencio. Las psicólogas del centro Ohana Psicología podemos ayudarte, orientarte y acompañarte en este proceso, brindándote apoyo y ofreciéndote recursos para sobrellevarlo desde un lugar más manejable y saludable

En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en todo tipo de terapias y ofrecemos servicios de supervisión psicológica de psicólogos profesionales.

IGUALDAD DE GÉNERO

En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.

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