¿Alguna vez te has sentido “empequeñecer” cuando imaginas a tus hijos ya mayores, independientes y asumiendo responsabilidades en sus vidas y proyectos?
Y desde la óptica de ser hijo o hija, ¿alguna vez te has sentido “abrumado”, “atrapado” o sin palabras, cuando tus padres te han hecho algún comentario o pregunta sobre tu proyecto de vida independiente?
El Síndrome del Nido Vacío es un constructo muy conocido y generalizado, pero… ¿en verdad se conoce hasta dónde pueden llegar sus efectos cuando este síndrome se cronifica, o cuando no encontramos hacia dónde y cómo enfocar nuestro proyecto vital?
Cuando nos referimos al concepto de Nido Vacío, se está aludiendo al momento en el que los hijos deciden desplegar sus alas y volar por ellos mismos fuera del hogar familiar, algo que no es repentino, sino que responde a un proceso madurativo.
Todas las familias experimentan este suceso de manera gradual en el que los hijos van creciendo y prescindiendo poco a poco de más cosas, aunque nunca o casi nunca resulta sencillo aceptarlo y adaptarse. Y la consideración de síndrome se aplica cuando la vida de la persona, por esta razón, se ve limitada por sentimientos de soledad, tristeza, desamparo, pérdida de identidad, dolor físico o, incluso, con alteraciones prolongadas en el sueño, pudiendo, en ocasiones, dar lugar a estados depresivos o de ansiedad.
Por tanto, el Síndrome del Nido Vacío se trata de un conjunto de pensamientos y emociones desadaptados por frecuencia, duración e intensidad, que experimentan los padres cuando sus hijos se van de casa. Podría entenderse como una especie de luto o duelo que recorre todas sus etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Se trata, pues, de un cambio existencial en la vida de los progenitores que quebranta y se percibe “sin sentido” respecto a lo que ha venido siendo su esquema de vida durante tantos años, y que conlleva una descomposición del propósito del modelo de vida y la pérdida de ilusiones, y todo ello reforzado por un continuo afloramiento de entrañables recuerdos de vivencias y anécdotas llenas de felicidad protagonizadas por los hijos en edades infantiles. En ocasiones, los padres también rescatan y producen pensamientos que les limitan, del tipo “nunca seré tan feliz cómo cuando vivían mis hijos en casa”, “¿qué vamos a hacer nosotros ahora?” o “¿a quién vamos a cuidar?”.
Actualmente, los casos que se diagnostican con este síndrome parece que van en aumento, es decir, son más frecuentes ahora que hace unas décadas, pues es habitual en nuestros días que los hijos, ya jóvenes, abandonen el hogar para estudiar o establecerse laboralmente en otros lugares con más oportunidades profesionales o de socialización.
Cuando los hijos se hacen mayores, buscan el lugar donde vivir sin considerar, aunque no siempre, la residencia de los padres. Algunos autores subrayan que, en épocas pasadas o generaciones anteriores, este síndrome era sufrido muy especialmente por la madre, pues hace años las mujeres, bien por decisión propia, bien por presión del entorno social, tendían a abandonar sus actividades laborales para dedicarse por entero a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos, a diferencia de lo que sucede actualmente.
La pérdida de las funciones parentales, los cambios en los roles que desempeñan los progenitores, la inadecuada percepción sobre el crecimiento de los hijos (“siempre serán mis pequeños”), el establecimiento de fuertes vínculos paterno-materno-filiales (“mis hijos son todo para mi”), los valores atribuidos al cuidado y protección familiar, y la escasa red de apoyo (pérdida de amistades por distanciamiento, faltas de tiempo, etc.), son factores que, de darse, pueden conducir a que el Síndrome del Nido Vacío asome y se desarrolle.
En general, todas están interconectadas: cuando se añade a la ecuación a un descendiente, ponemos el foco en su salud y su felicidad. Cuidar de un niño conlleva muchas responsabilidades, y necesita de mucho tiempo. Se nos olvida cuidarnos a nosotros mismos y nuestra vida cambia, así como el papel paternal o maternal.
Consecuencias del Nido Vacío
Los síntomas pueden clasificarse en función de su frecuencia de aparición. Así, los más “habituales” son: las sensaciones de dolor, soledad, tristeza, anhelo, aflicción, desesperanza y necesidad de estar solo, así como también el llanto frecuente, sentirse débil, la pérdida del sentido de la vida, o la anhedonia, entre otros. Mientras que los menos frecuentes pueden responder a estados de depresión, ansiedad, dependencia emocional, problemas de sueño, de apetito, de deseo, alcoholismo, etc.
Además, y muy paradójicamente, este síndrome puede perturbar muy negativamente la relación de los padres con los hijos, pues no sólo los padres pueden sentirse descuidados o abandonados, sino que los hijos pueden percibirse como retenidos o, incluso, manipulados por los padres.
Para prevenirlo o amortiguar los posibles efectos indeseados e impedir que se deterioren las relaciones familiares, es conveniente prepararse poco a poco hacia la aceptación progresiva de la autonomía de los hijos, evitando ejercer controles excesivos, estar presentes y atentos pero sin que se note, y permitir que los se enfrenten a la vida por ellos mismos.
¿Cómo superar el síndrome del nido vacío?
No puede tratarse el síndrome per se, si no a través los aspectos relacionados con la independencia de los hijos, el respeto de los tiempos, y sin juzgarse, ya que el periodo de adaptación es un proceso que requiere tiempo, esfuerzo y guía hasta conseguir redefinir la nueva situación familiar, construir el apoyo social/familiar adecuado y determinar intereses nuevos y personales. En este sentido, desde el Centro Ohana Psicología se plantea un proceso con SIETE puntos:
- ¡Reconoce tus sentimientos y valídalos! Posiblemente todas las familias pasen por este proceso. Es difícil adaptarse a un cambio de vida tan radical, y más cuando el tiempo ha sido escaso y los cambios abruptos. Se precisa tiempo y esfuerzo para adaptarse a esta nueva etapa vital.
- ¡Descubre nuevas aficiones, intereses y potencia tus fortalezas! Si siempre habéis querido dedicar tiempo a algún hobby, pero no habéis podido… ¡éste es el momento!
- ¡Presta atención al bienestar personal! ¿Cuánto tiempo lleváis “acatando” (por ejemplo, comidas, diversiones, horarios, etc.), lo que vuestros hijos querían/podían o les gustaba? Es normal, para sobrevivir necesitamos dividir el tiempo y adaptarnos porque de lo contrario, no podríamos dedicarnos a otras cosas. Pero ahora es el momento de volver a hacer lo que decidáis vosotros.
- ¡Establece nuevos vínculos! Esto va enlazado con segundo punto. Buscar una nueva afición donde invertir el tiempo y que os motive a superar nuevos retos, es también una ayuda para conocer gente nueva y afín a nosotros. Además, resulta muy reconfortante conversar con parejas que hayan pasado por la misma situación, pues es una forma de desahogo o incluso modo para sentirse comprendido y contar con nuevas perspectivas.
- ¡Céntrate en tu relación de pareja si la hubiera! Es importante apoyarse en la figura que ocupa la pareja en la vida de cada uno. Seguir comunicando cómo nos sentimos y cómo podemos solucionarlo o sentirnos mejor ayuda, reconforta y “acerca”.
- ¡Siente orgullo y reconoce tu gran labor! Si tus hijos han volado del nido, quiere decir que lo habéis hecho bien. Habéis conseguido dotarles de herramientas y estrategias para que enfrentarse al mundo y valerse por sí mismos.
- ¡Busca apoyo! Acude a un profesional que te ayude a trabajar las emociones (entender de dónde vienen, mejorar su gestión, etc.) y que te brinde modos de actuación para abordar con éxito este cambio vital. Todos necesitamos un impulso de vez en cuando.
En definitiva, no se trata de hacer desaparecer o de despreocuparse de las funciones y papeles que jugamos como padres, sino de reinventarlos y reestructurarlos, porque siempre seguiréis siendo padres o madres, pero ahora con funciones adaptadas a los cambios que trae la vida y las relaciones con los hijos.
En Ohana Psicología sabemos que la salida de los hijos del hogar representa un enorme desafío, pues es un cambio profundo y estructural en la familia fruto de la evolución natural. Por ello, aprovechemos este momento como una oportunidad de crecimiento familiar y desarrollo personal. Con un poquito de ayuda y trabajando el plan de siete puntos presentado, se puede superar este desafío y convertir la dificultad en una oportunidad de mejora. ¡La vida continua!
Si puedes, no dejes de ver el corto de Pixar Bao – The emotional story, premiado con la estatuilla del Óscar al Mejor Corto de Animación (Ed. 91ª)
URL: https://www.youtube.com/watch?v=f5CcgFTO274
IGUALDAD DE GÉNERO
En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.
En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en todo tipo de terapias y ofrecemos servicios de supervisión para psicólogos.