El uso de pornografía se ha convertido en una práctica cada vez más común entre nuestra sociedad. La pornografía se puede definir como un contenido explícito de elementos sexuales en diferentes formatos que busca producir excitación en sus consumidores. Hay teorías de que sus inicios se pueden remontar al paleolítico, aunque la investigación científica aún no ha ofrecido una respuesta definitiva. Lo que sí se sabe, es que no es algo nuevo que venga de la mano de las nuevas tecnologías, de hecho, es algo se ha dado en muchos formatos a lo largo de la historia. Desde dibujos en las paredes de las cuevas en la prehistoria, hasta representaciones escultóricas en los antiguos griegos.
El problema es que las nuevas tecnologías y, sobre todo, los ordenadores y teléfonos móviles “inteligentes”, han facilitado y cambiado contundentemente la forma en la que se consume este tipo de contenido. Antes de la aparición de estos aparatos o dispositivos, había muchas restricciones tanto en su acceso como en el formato de visualización (por ejemplo, vídeo, diapositiva, cinta, película…). Sin embargo, a día de hoy, la pornografía está al alcance de un “clic”, es decir, es tan sencillo como hacer una pequeña búsqueda en internet para poder encontrar y acceder a una infinidad de contenidos sexuales explícitos. Esto quiere decir, que cualquier persona que tenga un dispositivo con acceso a internet, puede tener acceso a pornografía. Y si nos paramos a pensarlo, actualmente en nuestra sociedad la mayoría de los niños tienen su primer teléfono móvil personal entre los 8 y 9 años; por lo que a partir de esta edad, los niños pueden consumir gratuita e ilimitadamente todo tipo de contenido pornográfico.
Esta realidad no debería ser especialmente preocupante si se contase con una educación sexual adecuada, pero lamentablemente no es el caso. De hecho, la mayoría de los adolescentes se sienten desinformados en relación con la sexualidad y suelen utilizar el “porno” como recursos de aprendizaje. Y esto es lo que puede resultar más alarmante, porque ¿qué clase de educación sexual reciben los niños y adolescentes cuando recurren a un contenido pornográfico? ¿Qué van a aprender?
Ese uso inadecuado de la pornografía como recurso educativo puede ser muy peligroso porque es autoestimulante y, a la postre, puede convertirse en una adicción, y con mayor probabilidad por la gran accesibilidad y facilidad existente actualmente a los citados contenidos. El inicio y desarrollo de una adicción se explica en los mecanismos de recompensa que nuestro cerebro pone en marcha para reforzar aquellas acciones que nos hacen sentir bienestar y que volvamos a repetirlas. De este modo, cuando se produce una autoestimulación al visualizar un contenido pornográfico, nuestro sistema límbico se activa y comienza a liberar una cantidad exponencial de dopamina (que produce felicidad) y de glutamato (que nos ayuda a recordar ese bienestar); este mecanismo es también el que crea y mantiene otras adicciones debidas al consumo de sustancias como, por ejemplo, el alcohol, las drogas, etc.
La excitación y placer conseguidos mediante la visualización repetida de contenido pornográfico, hace que nuestro cerebro comience a “echar de menos” estas nuevas sensaciones agradables de excitación y placer, lo que conduce a que cada vez se visionen más cantidad y tipos de estos contenidos. Porque, al fin y al cabo, nuestro cerebro es sabio y nos va a empujar a que “vivamos” repetidamente más situaciones productoras de felicidad y bienestar.
El problema de la adicción viene cuando se comienza a preferir el consumo de pornografía por encima de cualquier otra actividad, incluso placentera. A decir verdad, se empieza a perder interés por otras cosas que antes producían placer y felicidad, porque la adicción gana terreno.
A continuación, se reúnen las principales características de la adicción a la pornografía:
- Se ocupa la mayoría del tiempo libre en el consumo.
- Este consumo interfiere en la vida diaria de la persona.
- Puede afectar a las relaciones interpersonales.
- Afecta a la satisfacción sexual, porque se prefiere por encima de todo el consumo de pornografía. Incluso puede llegar a disminuir el deseo por la otra persona
- Afecta al estado de ánimo, mostrándose la persona más irritable.
Esta situación problemática puede ser muy peligrosa en adolescentes porque son los principales consumidores de este tipo de contenidos en internet hoy en día, ya que siempre han vivido con nuevas tecnologías. Además, si tenemos en cuenta que la adolescencia es una etapa que se caracteriza por la búsqueda de nuevas sensaciones y búsqueda de placer, se podría considerar que es una población de riesgo para padecer este tipo de adicción.
Ahora bien, ¿qué pueden hacer los padres para prevenir este problema?
Lo primero que pueden o podemos hacer es hablar con claridad con los adolescentes sobre la sexualidad. Para ello, hemos de entender que todo lo que aprendan gracias a nosotros, dejarán de buscarlo o contrastarlo con otras fuentes. En cuanto a la pornografía, podemos ayudarles a distinguir entre la realidad y la ficción, porque para nosotros puede ser muy obvio, pero para ellos, al ser las primeras informaciones que consiguen sobre relaciones sexuales, pueden considerarlas reales y absolutamente verdaderas. Además, cuando hablamos con naturalidad de estos temas con los adolescentes, suele resultarles más cómodo hablar de ello e incluso preguntarnos cuestiones que les puedan surgir. Se ha demostrado en numerosos estudios especializados, que hablar de sexo o de sexualidad con los adolescentes no incita a que lo consuman en mayor medida, sino que les ayuda a normalizarlo y a aprenderlo adecuadamente.
Lo segundo que, como padres, podríamos hacer es poner límites en el consumo de internet. Porque para los adolescentes es muy complicado dosificar las cosas que les gustan o producen satisfacción y entretenimiento. Si nosotros, los adultos, les ayudamos a poner límites o a saber distribuir de otra forma los horarios de consumo de internet, probablemente ellos aprenderán también a hacerlo en relación con la pornografía. Aquí también se podrían fomentar los momentos de calidad sin internet como, por ejemplo, pasar tiempo al aire libre o practicar algún deporte que les guste.
Por último, hay que estar atentos a los posibles cambios conductuales que puedan presentarse abruptamente, pues cuando se padece una adicción, como ya he mencionado anteriormente, son numerosos aspectos de la vida de la persona que se ven afectados. Así las cosas, a menudo notaremos cambios en la actitud de los adolescentes que nos ayuden a darnos cuenta de que algo sucede. Y si no sabes cómo actuar ante estos cambios, siempre puedes acudir a un profesional.
En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en adicciones con población infanto-juvenil y ayudamos y orientamos a las familias a manejar estas situaciones de gran complejidad.
IGUALDAD DE GÉNERO
En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente, según el género de la persona que los desempeñe.
En Ohana Psicología contamos con un grupo de psicólogas expertas en todo tipo de terapias y ofrecemos servicios de supervisión psicológica de psicólogos profesionales.